Shadow

Se comenta solo con…  Descomposición

Por donde se ve el país se está fracturando. Entiendo entonces por qué el ánimo social está a la baja y la confrontación incrementándose. No hay día que nos dejemos de enterarnos de un  conflicto, un agravio o un acto de corrupción. Desde el amanecer la nación despierta con una “mañanera” cargada de odio, acusaciones, enfrentamientos. Las malas noticias abundan. El presidente no responde sólo cumple con su agenda, luce lo que considera sus triunfos, improvisadamente ordena actos de gobierno y nos deja un futuro incierto, sin rumbo, asolado por conservadores y aspiracionistas y con frecuencia violentando normas, reglamentos y articulados constitucionales.

Las mañaneras  han servido para crear enemigos. Durante el día las violaciones por gobernantes corruptos son notorias desde servidores callejeros como policías hasta miembros del alto poder que se enriquecen con comisiones y sobornos  (además no lo ocultan). La calidad de los servicios es mala, el transporte público un desorden, las calles imposibles de transitar por tanto comercio ilegal. Impresionante los fraudes en organismos públicos como aduanas, Segalmex, Insabi y muchos más que arrojan el presupuesto nacional a las alcantarillas y ningún responsable.

El Metro y las cárceles una bomba de tiempo mientras las autoridades andan en promoción pública para prometer lo que en sus cargos no cumplen. Zonas amplias de la República intransitables por la inseguridad. Alertas de gobiernos extranjeros a no visitar México. El gobierno abierto a dar asilo a criminales y el narcotráfico ganando poder y dinero en negocios con las autoridades además de su asesina actuación. La diplomacia en decadencia. El sello de la administración pública federal es la protección a incondicionales, la promoción política de quienes han cometido ilícitos y la descarada impunidad a los cuates.

Para muchos analistas la Austeridad Republicana se ha convertido en una actitud demagógica con la promoción de una “Revocación de mandato” que nos costó una millonada y no tuvo fin concreto como tampoco la persecución de expresidentes con la amenaza de un juicio político. El entonces presidente José López Portillo en ejercicio de su mandato expresó: “Lo peor que puede ocurrirle a México es convertirse en un país de cínicos” y lamentablemente ya lo somos. Quienes fueron acusados cotidianamente  de saquear al país y ser miembros de “la mafia en el poder” son quienes hoy nos gobiernan y pretenden algunos, buscar la presidencia.

El nepotismo brillando desde la familia presidencial hasta funcionarios de primer orden que colocan a parientes y amigos en la nómina. En muchos casos sin siquiera formular un contrato laboral, disfrazan la tranza con compañías fantasmas, cobros de asesorías o comisiones por destajo. Este no es un escrito amargado y pesimista es un retrato que intenta ser fiel a lo que ocurre. Aquellos que usan a los pobres como combustible electoral viajando a todo lujo, con ropa y maletas de marca, en primera clase, en restaurantes y hoteles de lujo, recibiendo entrenamiento mediático para mentir y muestras y pruebas hay de sobra.

Pasamos tan rápido de un escándalo a otro que la agenda y la memoria no nos alcanza para dar seguimiento a todo. Un acto fuera de la ley viene a superar a otro y a otro y a otro. Las instituciones están debilitadas y desapareciendo y el enfrentamiento de los tres Poderes de la Unión nace en el propio Palacio Nacional. El país está enfermo con un presidente enfermo y con millones de mexicanos sin medicamentos. La educación e instrucción pública en sus peores índices y una inflación galopante.

Plagios de personajes que deben aplicar la ley, legisladores que incumplen y se prestan a la servidumbre política, militares convertidos en albañiles y policías  abrazos a delincuentes y hostigamiento a periodistas. Abogados calificados como “traidores”, menosprecio a quienes son reconocidos aduciendo que son premios que se obtienen en Santo Domingo y medallas que se ofrecen como confeti. Es decir el fomento a la moral y civismo público ya no existen y es un pésimo porvenir para las nuevas generaciones. Vivir en un ambiente hostil es muy riesgoso.

Por ello es imperante nuestra valiosa participación en las urnas. Lo diré pero hay que aprender a votar a seleccionar a gobernantes y elegir proyectos. Las encuestas manipulan y son un engaño, la realidad está en nuestras calles. Dejarse llevar por limosnas y dádivas nos convierten en un país de pobres con más pobreza.
Centavos arrojados a las familias nada aportan, la educación y el trabajo sí.

Los programas populistas en el mundo han fracasado, las naciones líderes producen genios, maestros, profesionistas. Conducen a sus comunidades al futuro no se atascan en demagogias y en el pasado. Sus ineptos, corruptos y mentirosos acaban en las cárceles porque les estorban y dañan a los demás. México no se compone por cretinos, ni fifis, ni conservadores.

Somos más que eso y en nuestra decisión está ser aspiracionistas con objetivos claros para una vida mas digna. No somos peores por vivir en la Del Valle y proponer una administración pública distinta al partido del gobierno federal ni nos hace mejores recibir protección para contrabandear en la vía pública o secuestrar casetas en las carreteras. Ya basta de hacernos sentir menos y despreciables. Estamos, como nunca, en una seria, muy seria crisis y tenemos que reaccionar.

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