Aún cuando quieren hacer creer que no hay candidatos de la oposición la realidad muestra otra perspectiva. Cierto que en las cúpulas se puede dar una fractura irreversible y romper la alianza y por tanto el probable gobierno de coalición. Los líderes partidistas están pensando más en cómo mantener el registro e imponer a su candidato antes de pensar en el país. No es raro que Beatriz Paredes y Enrique de la Madrid estén ascendiendo en las preferencias electorales.
Su capacidad y resultados son su mejor carta de presentación. Otro personaje con méritos y empuje es Angel Gurría Treviño que bien dice que ha vivido en el futuro (los países más desarrollados) y que sabe cómo lograr que México lleve a esos niveles de superación. Beatriz engalana las tribunas con su oratoria. Enrique es joven y de cuba presidencial. Ángel domina tantos idiomas y se comunica con los más prominentes hombres de negocios y líderes políticos. Es una tripleta de enormes proyecciones.
Se les ataca por tener como origen un partido, el mismo que creo a Amlo por cierto. Se les intenta incomodar hasta por los apellidos, argumentos viles, baratos e insignificantes y que dibujan la chaparra estatura de quien los expresa. Los tres ñ, Beatriz, Enrique y Ángel saben del valor específico de la diplomacia y han sabido colocar a México en plataformas de reconocimiento. Saben articular, debatir enfrentar pero evitar confrontar y denostar. Se han movido en los pasillos del poder. Pisan fuerte, muy fuerte.
Los tres han colocado a nuestro país en la boca de quienes deciden, de los que invierten, de los aspiracionistas inyernacionales. Han aprendido de regímenes de izquierda radical como de los conservadores más extremistas. Contestan a mandatarios, dialogan con legisladores, componen escenarios desde el gabinete presidencial, han sido honestos en la administración de recursos. Por ello dos críticos se quedan cortos cuando marean a grupos sociales con medias verdades y oscuras mentiras. Gente, los tres de buen humor, de ese fino humor que no necesita de patiños para crecerse. Respetan y son respetados.
Gustan de la música, saben comportarse y evitan pleitos callejeros. Defensores de valores, de amistades y de familias. Creen en las clases medias, buscan engrandecer con educación a las clases populares, con los hombres de negocios logran inversiones y empleos. Por eso les temen porque muchos de sus críticos difícilmente podrían entablar una conversación de estadista con ellos. Si hay material, forma, caminís, proyecto que de eso se nutra y valoren sus partidos políticos para unirse y buscar mecanismos nuevos, composiciones distintas, planteamientos diferentes para retomar el rumbo. Eso necesitamos.
Que la competencia sea con esquemas reales y no promesas falsas. Que los debates sean un esgrima de ideas y no de ataques. Que la modalidad sea volver a hablar con el país no con grupúsculos de incondicionales comprados. No aprovechan las tribunas y micrófonos para vender chatarra ni usar a los pobres como carnada política. Nadie puede negar la fuerza natural de Beatriz, Enrique y Ángel. Por mucho son galardonados en el mundo y alomorfo sus nombres saben con quienes tratan y hasta donde.
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