No es insólito pero si importante que se motiven disciplinas nuevas en los centros de reclusión que lleven a los internos a mejores ambientes de bienestar. Sin duda el deporte en cualquiera de sus especialidades motiva al engrandecimiento del ser humano. Su condición física y mental se modifican de forma evidente. Una manera de reahabilitación la constituye la práctica del fútbol americano, un deporte de unión y superación, de fuerza y de destreza. Se construyen valores de integración y trabajo grupal.
Hace unos meses, por vez primera, se llevó a efecto el Tazón Humanitario con el encuentro entre los internos contra los policías. Fue un evento en donde se perdieron las limitaciones, hubo concordia y ambos integrantes de los equipos favorecieron el respeto al contrincante. Este jueves fue el turno de inauguración del Primer Tazón Interpenitenciario. Acudieron al encuentro funcionarios de diversos niveles de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, de la Procuraduría Fiscal y de la Policía Auxiliar.
Los Tigres de Bengala de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, con su uniforme Azul y Oro frente a los Perros de Santa Martha Acatitla. Participaron lo Bulldogs del reclusorio orientes, un equipo nuevo como son los Gladiadores, y el tradicional conjunto de los Huracanes. Los espartanos dieron la pauta para que terminará los desfiles con los anfitriones los Renos. Omar García Harfuch se ha empeñado en restaurar un código de concordia al interior de los penales con el auxilio de directores comprometidos como José Arturo López Ibarra que ha cambiado el rostro del reclusorio varonil oriente.
Los códigos de trato, conducta, disciplina y orden adquirieron una notable variación hoy más que nunca, cuando la nación demanda un legítimo Estado de Derecho y termina con la corrupción y sobornos detrás de la rejas. Por ello el deporte es vital. Motiva a los internos a buscar nuevas formas de relacionarse entre ellos, sus custodios e incluso familiares. Se presentan como triunfadores, muestran la faceta de emprendedores, lucen la defensa de su institución, además generan un ambiente de rica convivencia. Cuidan su alimentación, su sueño, su fuerza. Vigilan que sus compañeros también cumplan con ese propósito. Y aprenden que mejor se resuelven los problemas en equipo, colaborando. Si uno falla, fallan todos. Así la mística empuja a buscar nuevas rutas para ganarse dignidad.