Aún cuando asegure no mentir, Amlo es el promotor, orquestador y factor determinante para su sucesión. Adelantó el proceso, eligió a sus “corcholatas” y así las denominó para evadir a la ley electoral, en las mañaneras emplea gran parte del tiempo para demeritar los logros y bondades de los opositores y dinamitar la idea de qué hay oposición. Su tarea principal es atacar la narrativa primero de Lilly Tellez y ahora de Xóchitl Galvez. No les reconoce ni respeta el mínimo esfuerzo dentro de su biografía. Todo es malo, son tendenciosas, corruptas, activistas del ala aconsejadora, miembros de la mafia del poder.
Ninguna virtud, ningún mérito les ve. Y, repito, el presidente ya perdió el control de la agenda nacional, de sus proyectos sociales y de la elección presidencial. Con su cargada soberbia al atacar a los otros se ha convertido en su principal promotor. Tiene enemigos, si enemigos, construidos en su barata diatriba. Por años Salinas de Gortari fue su villano, arremetió contra Fox, usa a Felipe Calderón como tiro al blanco, agrede a Claudio X González y actualmente a la más visible Xóchitl quien representa todo antítesis de Amlo: hay que ser pobre, de izquierda, sin aspiraciones, mantenido del gobierno, con un par de zapatos y 200 pesos en el bolsillo. Así serán sujetos a la repartición de dádivas.
Ser exitoso, triunfador, aspiracionista, educado, promotor de valores, está en la plataforma equivocada. Amlo ha perdido de vista la torpe presidencia de Mario Delgado y que sus “corcholatas” no han logrado nada, absolutamente nada. Lo único visible es la propuesta de Ebrard de crear una secretaria de Estado para congratularse con “Andy” el hijo del presidente y crear un proyecto de seguridad que solo demuestra el fracaso de gobierno de Amlo en la materia. En estos momentos Amlo debe recomponer el camino, con todo el aparato de Estado sus figurines ni repuntan. Claudia Sheinbaum ha sido un enorme tropiezo.
No es nadie sin la sombra de Amlo a quien todo le copia: las frases, la postura, el tonito, las muletillas y los calificativos desagradables a los oponentes. A sus mítines pocos van, no hay discurso porque no tiene propuestas menos contenido. Deambula por la terminar aérea (ni el AIFA) sin recibir un testimonio social de aceptación. En los restaurantes la despiden como “la destructora de México”. Ni se asoma a Tláhuac porque tiene una de duda de una treintena de muertos. Se le va más operando en el cambio de rectoría de la UNAM que en un proyecto de nación.
Y es que es reventadora desde su ADN. Marcelo ya se ha ido hundiendo en el fango del desprecio presidencial. Vive de selfies, de presumir lo que no es: generoso con los necesitados. Reta a Xóchitl a un debate público pero no acepta enfrentarse a Jorge Gaviño Ambriz sobre las irregularidades en la Línea 12 en donde junto con Mario Delgado deben muchas explicaciones, incluso hay quienes pretenden enfrentarlo por la urbanización de Santa Fe donde recibieron enormes privilegios. Adán Augusto ganando espacios, dejando lucir su cercanía con el presidente y su conocimiento de las políticas más sólidas de “la transformación”. Es heredero de una raíz tabasqueña que vincula a las dos familias (la de Amlo y la suya propia) dentro de un marco de lealtades.
Pero Amlo debe entender que está no es una ruleta de popularidades, ni una apuesta al que le sea más leal. Lo he escrito, por lo pronto a Xóchitl la destaca su autenticidad. Debe mostrar más: el tamaño de países que desea pero que logre. No es suficiente con retos, con memes, con disfrazarse e imitar a Amlo. Hay que consolidar, mostrar equipo, unión, saber de SU pasado pero convencer de NUESTRO futuro. Hay temas trascendentales, obligados, vitales: salud, seguridad, economía, estabilidad, empleo, relaciones internacionales, estos y más en franco debilitamiento. Otros al paralelo como impartición de justicia, Estado de Derecho disciplina administrativa.
La tarea de reconstrucción no es fácil ni se hará en bicicleta. La oposición aún no define precandidato, falta cumplir con sus requintos nada fáciles en una amalgama partidistas nacientes e insegura. El país todo está radicalizado, fragmentado, dolido, necesitado de reconocimiento. Hay que formar líderes, hay que hablar con los sabios, hay que generar grupos de acción, participar de los avances mundiales y hacer de México un país de vanguardia, de honor.