Lo que debería ser una de las columnas más importantes en el país para su seguridad, defensa, soberanía y protección parece diluirse cada día. Desde antes que iniciara el sexenio AMLO declaró que “si por mi fuera desaparecería al ejército”. Más tarde prometió regresar a los soldados a sus cuarteles y mientras Epigmenio Ibarra calificándolos de “asesinos”.
Pareciera que el gobierno no sabe qué hacer con las Fuerzas Armadas. Les asignaba tareas humillantes de obra pública, los enfrentan con bandas criminales sin recursos, peor aún, se divulgan audios en donde desde el poder de la familia presidencial se les corrompe en obras como el Tren Maya.
Está administración creó la Guardia Nacional, el próximo sexenio ha definido que se le reacomoda bajo la sombra de la Secretaría de la Defensa a nacional. Una Guardia Nacional que ha servido más para extorsionar a automovilistas por exceso de velocidad en carreteras que atender las llamadas para enfrentar a encapuchados que con toda impunidad hacen del secuestro y ataviado contra las casetas de peaje su deporte favorito.
Ni ellos, los uniformados, saben y conocen sus atribuciones, responsabilidades y tareas. Aseguran que lo único que cambió fue “balizar” las patrullas, antes de la Federal de Caminos. En poblados el rechazo a los uniformados se manifiesta corriéndolos con palos y piedras, ya no hay respeto.
Y del otro lado vemos como al Ejército Nacional, lo exponen y luego le marcan retirada. Recordemos el caso del “culiacanazo” en donde no solamente el presidente decidió liberar a Ovidio Guzmán sino que se convirtieron en el gobierno como un insultante observador del desfile de unidades y personas armadas que destinaron en las calles que su jefe burlara a las autoridades.
En las últimas horas incluso el presidente se ha permitido “jugar” con la idea de que Sheinbaum lo podría proponer como Secretario de la Defensa Nacional. Pero “no estamos en guerra” se mofó.
Aún queda pendiente el esclarecimiento de lo ocurrido con el General Salvador Cienfuegos aprehendido en Estados Unidos, liberado, trasladado a México y aquí exonerado. Su honra quedó en entredicho. Incluso en la ceremonia cívica más importante para las Fuerzas Armadas, el desfile conmemorativo a la Independencia Nacional, ha servido para rendir homenaje a mandatarios extranjeros como el cubano y se han abierto espacios para delegaciones militares ajenas como la de Rusia en momentos en que ese gobierno invade a Ucrania.
Las Fuerzas Armadas merecen un trato más digno, un nivel de reconocimiento ejemplar. Su valor histórico ha sido fundamental para la estabilidad de la nación, para su resguardo. Hoy veremos a una mujer al mando, a una civil que tiene la obligación de acabar con la violencia, el crimen organizado, el huachicoleo y no exponer a los soldados a frases hirientes como “abrazos no balazos” o a políticas que defienden los “derechos” de los criminales y ahora se plantea una amnistía para liberar a esos, a los delincuentes que les dispararon.