El 20 de marzo se conmemora el día internacional de ese estado de satisfacción
Por Félix Muñiz
El 20 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Felicidad, un recordatorio global sobre la importancia de alcanzar este estado emocional tan anhelado por millones de personas.
En este contexto, el psicólogo y profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Manuel González Oscoy, señala que para lograr la felicidad es necesario reducir el ego, la presunción y la constante búsqueda de estatus.
El docente de la UNAM Manuel González explica que, aunque la felicidad puede ser un estado efímero y breve, es una emoción significativa que surge cuando percibimos una mejoría en nuestra situación actual.
Este sentimiento de satisfacción y plenitud no es homogéneo, ya que depende de diversos factores biológicos, psicológicos y sociales. La felicidad, según el especialista, involucra tanto la emoción visceral que se genera en el mesencéfalo del cerebro, como un sentimiento más complejo que incluye juicio y pensamiento.
El investigador destaca la importancia de los lazos sociales y el contacto con la naturaleza para fomentar este estado emocional. Los seres humanos somos seres sociales por naturaleza, y la solidaridad y el apego juegan un papel fundamental en nuestra sensación de bienestar. Además, vivir en comunidad y tener relaciones interpersonales positivas facilita el desarrollo de la felicidad, ya que la comparación social es un factor clave en la evaluación de nuestro bienestar.
Según González Oscoy, este tipo de comparaciones, como la que se realiza al recibir un aumento de sueldo, puede generar sentimientos contradictorios dependiendo del contexto: “Si a alguien le duplican el sueldo, puede sentirse feliz, pero si a sus compañeros se lo triplican, la felicidad puede disminuir”, explica.
Un componente esencial que el investigador menciona es la necesidad de disminuir el ego y la presunción. Vivir en una sociedad en la que constantemente se exalta la importancia personal puede dificultar la felicidad. “Siempre habrá alguien más exitoso que nosotros, pero también existirá alguien con menor éxito, y la comparación puede alterar nuestra percepción y nuestro estado emocional”, señala González Oscoy. En este sentido, resalta que las naciones nórdicas, conocidas por sus altos índices de felicidad, logran este bienestar a través de un enfoque más comunitario y menos jerárquico. En estos países, líderes políticos como primer ministros o presidentes tienen un trato igualitario con los ciudadanos, viajando en transporte público y realizando tareas cotidianas como cualquier otro individuo.
En contraste, en países como México, la exaltación del ego y la importancia personal sigue siendo prevalente, lo que genera desigualdad y afecta el bienestar colectivo. La interacción social en el país también ha disminuido, y existen problemas graves que impactan negativamente en la felicidad, tales como la inseguridad, la falta de un sistema de salud adecuado y los desafíos económicos. González Oscoy advierte que estos factores contribuyen a la caída de México en los índices globales de felicidad.
Otro aspecto fundamental que influye en la felicidad es el acceso a la educación. Según el psicólogo, la posibilidad de adquirir conocimiento no solo brinda satisfacción personal, sino que también tiene un impacto positivo en la sociedad, creando un entorno más equitativo y feliz.
Finalmente, el investigador reflexiona sobre la idea de que la felicidad constante podría resultar contraproducente. “Si fuéramos felices todo el tiempo, perderíamos el propósito de vida. Estaríamos en una zona de confort que, aunque placentera, podría dejarnos sin motivaciones o metas”, concluye González Oscoy. La búsqueda de la felicidad, entonces, debe ser equilibrada y consciente de sus complejidades, y la clave está en encontrar un propósito y una conexión genuina con los demás.