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Aprueban el Formato para la Sesión de Congreso General: Un nuevo comienzo o solo un Rito Protocolario

¿Qué legado dejará López Obrador y qué desafíos enfrentará Sheinbaum al tomar las riendas del país?

Por Félix Muñiz

 

 

El Pleno de la Cámara de Diputados aprobó un acuerdo que define el formato de la sesión de Congreso General en la que la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum Pardo, rendirá protesta el próximo 1° de octubre.

Esta decisión, que se antoja como un hito en la historia política del país, se desarrollará en un contexto que requiere una crítica reflexiva sobre su significado y las implicaciones que trae consigo.

La sesión dará inicio a las 9:00 horas y seguirá un orden del día que, en teoría, busca resaltar la solemnidad del evento. El protocolo comenzará con la lista de asistencia y la declaración de quórum, seguido de la lectura de los resolutivos del Bando Solemne emitido por la Cámara de Diputados el 1° de septiembre. Estos resolutivos son importantes para la legitimación del nuevo gobierno, pues recuerdan a la nación el proceso electoral y la declaración de Claudia Sheinbaum como presidenta electa.

Sin embargo, ¿realmente esta formalidad se traduce en un cambio profundo para la política mexicana? La estructura de la sesión, que incluye intervenciones de legisladores de todos los grupos parlamentarios y un mensaje institucional de la presidencia del Congreso, sugiere un espacio para el diálogo y la reflexión. Pero es crucial cuestionar si estas intervenciones tendrán un verdadero impacto o si serán meras formalidades vacías, destinadas a cumplir con un ritual que carece de sustancia.

El ingreso del ex presidente Andrés Manuel López Obrador al salón de sesiones será uno de los momentos más simbólicos. Su presencia, como líder del movimiento que trajo a Sheinbaum a la presidencia, representa una continuidad, pero también una oportunidad para reflexionar sobre las políticas de su administración. ¿Qué legado dejará López Obrador y qué desafíos enfrentará Sheinbaum al tomar las riendas del país?

La llegada de Claudia Sheinbaum al salón de plenos es un evento que despierta tanto esperanza como escepticismo. Al rendir protesta y ofrecer su primer mensaje como presidenta, la doctora deberá no solo inspirar a la ciudadanía, sino también establecer su propio sello en un país que ha vivido cambios profundos en los últimos años. El Himno Nacional que cerrará la sesión, aunque cargado de simbolismo, no puede ocultar la realidad: la población demanda resultados tangibles y soluciones efectivas a problemas históricos como la pobreza, la violencia y la corrupción.

Un aspecto preocupante del acuerdo aprobado es la limitación de intervenciones durante la sesión. Con un guion predeterminado, la libertad de expresión queda restringida, lo que podría ser visto como un intento de controlar el discurso en un momento que debería ser de celebración y reflexión. La presidencia del Congreso, al velar por el desarrollo de la sesión y hacer cumplir el orden reglamentario, asume un papel que podría inhibir el debate genuino.

Así, la sesión de Congreso General no solo es un rito protocolario; es un espejo de la política mexicana contemporánea, marcada por la tensión entre la tradición y la innovación. Claudia Sheinbaum se enfrenta al desafío de convertir esta formalidad en un verdadero punto de partida para un gobierno que responda a las necesidades de los ciudadanos. Mientras tanto, la sociedad civil debe estar atenta y lista para exigir transparencia y responsabilidad en el nuevo mandato. Solo así, el 1° de octubre podrá significar algo más que un simple cambio de nombres en el poder.

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