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Cáncer de ovario: El silencioso flagelo que acecha a las mujeres mexicanas mayores de 45 años

Es la quinta causa de muerte de mujeres en México, se destaca el “carcinoma epitelial”

Por Félix Muñiz

 

 

En el tumulto de estadísticas médicas que inundan nuestras conciencias, el cáncer de ovario emerge como una sombría presencia que desafortunadamente no recibe la atención que merece.

En el Día Mundial del Cáncer de Ovario, no podemos obviar la cruda realidad: esta enfermedad se posiciona como la quinta causa de muerte en mujeres mexicanas mayores de 45 años, un hecho alarmante que exige una mirada crítica hacia nuestras prácticas de detección y prevención.

El “carcinoma epitelial”, identificado como el tipo de cáncer de ovario más común en 8 de cada 10 casos, se convierte en el enemigo silencioso que acecha en las sombras del cuerpo femenino. La paradoja radica en que si este cáncer se detecta y trata mientras aún reside en los ovarios, la tasa de supervivencia a cinco años se eleva notablemente. Sin embargo, solo el 25 por ciento de las mujeres reciben un diagnóstico en esta etapa temprana, lo que subraya la urgencia de una mayor concienciación y detección precoz.

Luis Alberto González García, ginecólogo especialista y director de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Sinaloa, eleva su voz en un llamado desesperado a la acción. Insta a las mujeres a someterse a exámenes anuales de papanicolaou, mastografía y ultrasonido vaginal como primera línea de defensa contra este mal. Pero, ¿cuántas están realmente escuchando este llamado?

En el contexto del Día Mundial del Cáncer de Ovario, González García advierte sobre la falta de conocimiento que rodea a esta enfermedad, cuya tasa de supervivencia se encuentra entre las más bajas. La detección temprana se revela como la clave para vencer al “asesino silencioso”, un título que el cáncer de ovario ha ganado a pulso.

Sin embargo, ¿qué obstáculos enfrentan las mujeres en su búsqueda de una detección precoz? Más allá de las barreras socioeconómicas y geográficas, existe una alarmante falta de conciencia sobre los signos y síntomas de esta enfermedad. González García nos recuerda que el cáncer de ovario puede ocultarse bajo la apariencia de la normalidad, manifestándose solo cuando ya ha avanzado hacia etapas peligrosamente tardías.

¿Cuáles son los factores de riesgo que predisponen a una mujer a esta enfermedad? El espectro es amplio: desde predisposiciones genéticas hasta problemas hormonales y antecedentes familiares de cáncer de mama, colon u ovario. La suma de estos factores crea un caldo de cultivo para la enfermedad, una realidad que no podemos ignorar.

Una vez que el cáncer de ovario se manifiesta, el tratamiento se convierte en una carrera contra el tiempo. La extracción del útero, ovarios y trompas de Falopio a través de una histerectomía, seguida de sesiones de radioterapia y quimioterapia, se presenta como el protocolo estándar. Pero, ¿qué hay de aquellos que no logran acceder a estos tratamientos de manera oportuna?

La crítica se cierne sobre los hombros de las autoridades de salud y las instituciones médicas. ¿Qué están haciendo para enfrentar esta crisis silenciosa que afecta a miles de mujeres mexicanas cada año? La detección oportuna no puede seguir siendo un lujo reservado para unos pocos privilegiados.

En conclusión, el cáncer de ovario no es solo una estadística más en el panorama de la salud femenina en México. Es una realidad inquietante que exige nuestra atención y acción inmediata. La detección temprana y el acceso equitativo al tratamiento son las armas más poderosas en nuestra lucha contra este enemigo silencioso. Es hora de que nos levantemos y enfrentemos esta batalla juntos, antes de que sea demasiado tarde.

 

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