Son más vulnerables quienes viven pobreza, desigualdad social, así como violencia y abuso dentro de la familia: Carmen Gabriela Ruiz Serrano
Por Félix Muñiz
En el marco del Día Mundial contra la Esclavitud Infantil, que se conmemora cada 16 de abril, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) alertó sobre una preocupante tendencia: la digitalización está ampliando y haciendo más compleja la esclavitud infantil en el país.
Así lo afirmó la profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS), Carmen Gabriela Ruiz Serrano, quien advierte que la tecnología se ha convertido en una nueva herramienta de explotación para niñas, niños y adolescentes.
De acuerdo con la especialista, Gabriela Ruiz la esclavitud infantil en México adopta diversas modalidades tradicionales como la explotación sexual, el trabajo forzado en campos agrícolas, minas o maquiladoras, la mendicidad, el sicariato y el reclutamiento por parte del crimen organizado. Sin embargo, hoy en día se suman formas más sofisticadas que se ejecutan a través de dispositivos electrónicos, tales como celulares, computadoras y redes sociales.
“La digitalización amplía y complejiza la esclavitud infantil. Ahora vemos que algunos menores son obligados a participar en extorsiones digitales o a difundir contenido para el beneficio de adultos que los explotan a través de internet”, señala Ruiz Serrano.
La académica enfatiza que este fenómeno ha sido homologado legalmente con la trata de personas, pues comparte con ella múltiples características de abuso y coacción hacia menores. En ese sentido, la Ley General para Prevenir y Sancionar los Delitos en Materia de Trata de Personas reconoce que los menores pueden ser víctimas tanto de actividades sexuales como laborales forzadas, y hoy también de explotación digital.
Según el Informe Mundial sobre la Trata de Personas 2024, la esclavitud infantil no muestra signos de disminución. Por el contrario, se ha ampliado a modalidades como la mendicidad forzada y la participación de menores en actividades criminales. Ruiz Serrano destaca que aunque no existen cifras oficiales precisas debido a la clandestinidad del fenómeno y su vinculación con el crimen organizado, entre 2017 y 2021 se documentaron cerca de 3,800 carpetas de investigación por delitos relacionados con trata.
En cuanto al reclutamiento infantil para el crimen organizado, antes de la pandemia de COVID-19 se estimaba que alrededor de 30 mil menores estaban involucrados. Después de la emergencia sanitaria, se proyectó un posible aumento de hasta 150 mil casos.
“La realidad que vivimos en distintos estados del país muestra cómo estos menores son utilizados, en ocasiones bajo coerción y otras bajo un aparente consentimiento, atraídos por la sensación de pertenencia que les ofrecen los grupos delictivos”, agrega Ruiz Serrano.
La experta subraya que las principales causas que precipitan la vulnerabilidad infantil son la pobreza, la desigualdad social, la falta de oportunidades, así como la violencia y el abuso familiar. Además, señala que ni las familias ni las comunidades han logrado establecer entornos seguros y protectores.
Finalmente, hace un llamado a madres y padres de familia a ofrecer un acompañamiento más sensible a sus hijas e hijos, y pide reforzar los entornos escolares. “Un informe de la Oficina de Derechos de la Infancia (ODI) documentó al menos 25 casos de explotación sexual infantil en etapa preescolar. Esto debe hacernos reflexionar profundamente sobre el papel que cada sector de la sociedad debe desempeñar”, concluye.