El total de asesinatos alcanzó la alarmante cifra de 211,195 muertes en los gobiernos de la 4T
Por Félix Muñiz
México vivió otro trágico fin de semana, con un saldo de 230 homicidios más que se suman a las estadísticas oficiales de violencia en el país, publico en sus redes sociales el Presidente Nacional del PRI Alejandro Moreno Cárdenas.
El senador del PRI Alejandro Moreno que con esta cifra, el total de asesinatos alcanzó la alarmante cifra de 211,195 muertes, aunque expertos en seguridad y organismos no gubernamentales advierten que la realidad podría ser aún peor, ya que muchas muertes no son reportadas correctamente.
Agrego que Guanajuato, Baja California, Jalisco, Michoacán, Estado de México, Quintana Roo y Sinaloa continúan siendo los estados con mayor número de homicidios. Estos lugares siguen siendo el epicentro de una guerra entre grupos criminales que ha desbordado a las autoridades locales y federales, dejando a miles de familias atrapadas en un ciclo interminable de violencia y miedo.
Un Contexto de Violencia Imparable
La violencia en México no parece tener fin. A pesar de las promesas de campaña y las estrategias de seguridad implementadas por el gobierno de la Cuarta Transformación, los índices de homicidio continúan en aumento. En cada uno de los estados mencionados, la lucha entre cárteles y otras organizaciones delictivas está presente todos los días, y la intervención del gobierno sigue siendo insuficiente para restaurar la paz.
El caso de Guanajuato, por ejemplo, es uno de los más representativos de la creciente inseguridad en el país. La entidad ha registrado en los últimos meses cifras alarmantes de asesinatos vinculados al crimen organizado, lo que ha generado una crisis de seguridad que afecta a los habitantes de la región, quienes viven en constante temor. Lo mismo ocurre en Baja California y Michoacán, donde el control territorial por parte de los grupos criminales parece ser cada vez mayor, sin que las fuerzas de seguridad puedan frenar este avance.
Lo más preocupante no solo es la cantidad de homicidios, sino también la indiferencia del gobierno federal ante la magnitud de la crisis. En lugar de asumir la gravedad de la situación y aplicar medidas efectivas, las autoridades prefieren minimizar el problema, argumentando que se está avanzando en la pacificación del país. Las conferencias matutinas del presidente Andrés Manuel López Obrador, lejos de ofrecer soluciones, han dejado en evidencia la falta de estrategia y acción real para frenar la violencia.
El líder nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Moreno, ha sido uno de los críticos más visibles de la administración actual. En diversas ocasiones, ha señalado que el gobierno de Morena ha optado por estrategias fallidas como el “abrazos, no balazos”, mientras la violencia sigue desbordando las calles de México. Para Moreno, la clave para combatir la inseguridad radica en la implementación de políticas públicas basadas en inteligencia, investigación y una verdadera estrategia de seguridad, que no se base únicamente en discursos vacíos.
Mientras el país vive este clima de incertidumbre y terror, las familias mexicanas se ven cada vez más desprotegidas. Las autoridades parecen estar perdiendo la batalla contra los cárteles, y el panorama para el futuro inmediato no muestra señales claras de mejora. Los ciudadanos piden un cambio urgente en la estrategia de seguridad, un cambio que involucre no solo a las fuerzas de seguridad, sino también a las autoridades locales y a la sociedad en general.
La pregunta que queda en el aire es si el gobierno de Morena tiene la voluntad política para enfrentar la crisis de inseguridad de manera efectiva, o si, por el contrario, continuará negando la realidad y permitiendo que el número de víctimas siga aumentando. El fin de semana de terror que vivió México no es más que una muestra de que la violencia en el país ha llegado a niveles insoportables, y que las respuestas del gobierno no son suficientes para garantizar la seguridad de los ciudadanos.
Es urgente que se tome conciencia de la magnitud de la crisis y que se actúe con responsabilidad, porque mientras tanto, las víctimas y sus familias siguen esperando justicia.