Investigadores expusieron que es útil en el proceso de enseñanza-aprendizaje, pero debe prevalecer el sentido crítico y ético en los profesionales en formación
Por Félix Muñiz
La creciente incorporación de la inteligencia artificial (IA) en el ámbito educativo ha generado una amplia gama de opiniones y reflexiones. Si bien herramientas como ChatGPT y Elicit están demostrando ser útiles en el proceso de enseñanza-aprendizaje, expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han alertado sobre los posibles riesgos que su uso excesivo puede acarrear, especialmente en lo que respecta a la comprensión de ideas y la capacidad crítica de los estudiantes.
Durante el 12º Congreso Nacional de Posgrados en Enfermería, celebrado en la UNAM, académicos de renombre como Gandhi Ponce Gómez, Milton Carlos Guevara Valtier y Daniel Choperena Aguilar discutieron sobre el impacto de la IA en la formación profesional. Aunque la tecnología tiene el potencial de enriquecer el proceso educativo, también puede inducir a una dependencia perjudicial que limite el desarrollo de habilidades cognitivas esenciales.
Gandhi Ponce Gómez, profesora de la Facultad de Enfermería de la UNAM, destacó que la IA ha demostrado ser eficaz como herramienta para agilizar diversos aspectos del proceso de enseñanza, especialmente en campos tan complejos como el cuidado humano. Sin embargo, la académica subrayó que su uso debe ir acompañado de una actitud ética y crítica por parte de los profesionales en formación. “Nunca debemos dejar de lado que se trata de seres humanos”, advirtió, refiriéndose a la necesidad de mantener el enfoque en el cuidado individualizado y personalizado, que es un pilar en disciplinas como la enfermería.
Ponce Gómez también enfatizó que, a pesar de que los estudiantes pueden emplear la IA en la elaboración de tareas, ensayos y presentaciones, los docentes deben redefinir los mecanismos de evaluación para asegurar que no se presenten ideas que no sean originales. La sobreutilización de estas herramientas podría llevar a los estudiantes a perder sus capacidades críticas y a desvirtuar el objetivo fundamental del aprendizaje: el desarrollo de una comprensión profunda y autónoma de los temas.
Por su parte, Milton Carlos Guevara Valtier, profesor de la Facultad de Enfermería de la Universidad Autónoma de Nuevo León, reflexionó sobre la evolución de la IA, recordando que no se trata de una tecnología completamente nueva. Desde los primeros algoritmos que impulsaban las computadoras hasta las sofisticadas plataformas actuales, la IA ha estado presente en el ámbito académico de diversas formas. Guevara Valtier subrayó que, en su institución, la IA se utiliza para apoyar la formación de investigadores en Ciencias de Enfermería. No obstante, también advirtió que, para aprovechar su potencial, es esencial que los estudiantes comprendan a fondo el método científico y mantengan su capacidad de análisis y crítica, sobre todo en la redacción de tesis y artículos científicos.
Daniel Choperena Aguilar, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM, fue más directo al señalar los peligros de la IA en la educación. Según Choperena, uno de los mayores riesgos de esta tecnología es que puede ocasionar una pérdida en la capacidad básica de comprensión de ideas, la cual es fundamental para el desarrollo de la creatividad y el pensamiento crítico. Aunque reconoce que la IA puede hacer más eficiente el trabajo académico, advierte que su sobreuso puede llevar a los estudiantes a depender de herramientas automatizadas, en lugar de fomentar su propia capacidad de análisis y reflexión. “Si les pedimos que elaboren un ensayo, podrán entregarnos el mejor trabajo del mundo, pero eso no nos asegura que estén aprendiendo en realidad”, afirmó.
Así, aunque la inteligencia artificial ofrece una serie de ventajas en términos de eficiencia y productividad, los académicos coinciden en que su integración en la educación debe ser cuidadosamente regulada. Los docentes tienen la responsabilidad de garantizar que la IA no sustituya el pensamiento autónomo de los estudiantes, y de promover una educación que siga fomentando la reflexión crítica y la comprensión profunda de las ideas. En este sentido, el reto está en encontrar un equilibrio entre aprovechar la tecnología y preservar las competencias cognitivas esenciales para la formación integral de los futuros profesionales.