La educación, especialmente, juega un papel crucial en la formación de valores éticos que fomentan la paz
Por Félix Muñiz
El 2 de octubre se conmemora el Día Internacional de la No Violencia, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2007 en honor al nacimiento de Mahatma Gandhi. Este día nos invita a reflexionar sobre la importancia de la no violencia como una metodología que debe interiorizarse y aplicarse en diversos ámbitos de la vida cotidiana.
El profesor de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM Pedro Isnardo de la Cruz Lugardo, sostiene que la no violencia no solo es un ideal, sino una práctica que se puede y debe integrar en nuestras decisiones diarias. Para él, esta metodología debe ser una capacidad de reacción en nuestras interacciones diarias, impulsando la construcción de relaciones basadas en el respeto, el diálogo y la educación.
El catedrático de la UNAM Pedro de la Cruz afirma que la educación, especialmente, juega un papel crucial en la formación de valores éticos que fomentan la paz. En este sentido, las aulas deben ser espacios donde se enseñen principios de no violencia, permitiendo a los estudiantes encontrar mentorías en diversos campos, desde el deporte hasta las humanidades. La no violencia, afirma De la Cruz Lugardo, también puede ser cultivada a través de la moral y la religión, promoviendo relaciones constructivas y evitando procesos destructivos.
El profesor destaca que la no violencia abarca tanto la agresión física como la violencia emocional y psicológica, manifestando la necesidad de ir más allá de una perspectiva individual. Históricamente, figuras como Gandhi, Nelson Mandela y Martin Luther King han demostrado que es posible buscar alternativas que favorezcan el bien común. “En la no violencia, encontramos un vínculo vital para construir relaciones afectivas y positivas”, enfatiza.
De la Cruz Lugardo también señala que la violencia puede entenderse de dos maneras: una expresión de crueldad que lleva a catástrofes y otra como la represión de derechos y libertades. En contextos políticos autoritarios, la violencia se utiliza como un medio de control social, donde el abuso de poder y la falta de derechos son comunes. Esto subraya la relevancia de implementar políticas de no violencia que favorezcan el respeto y la dignificación de la convivencia.
Para construir una sociedad más pacífica, la no violencia debe considerarse como un esfuerzo a mediano y largo plazo. De la Cruz Lugardo propone que esta metodología sea un componente integral de la educación y el trabajo social, abogando por una cultura de paz que trascienda las aulas y se extienda a la familia y a la comunidad en general. Esto implica la creación de ecosistemas de paz donde se fomente el respeto y la justicia.
El especialista en seguridad pública argumenta que la no violencia requiere un tejido de paz constante y un compromiso decidido para enfrentar el sufrimiento y la infelicidad en sus diversas manifestaciones. Esto no solo implica actuar ante situaciones de crisis, sino también prevenirlas mediante un enfoque ético y participativo que involucre a todos los sectores de la sociedad.
El Día Internacional de la No Violencia nos recuerda que existen formas menos agresivas de alcanzar nuestros objetivos. A través de la educación y la conciencia, podemos trabajar para crear un entorno más pacífico y justo, donde la no violencia se convierta en un principio rector de nuestras acciones cotidianas.
En síntesis, dice el especialista que la no violencia debe ser más que un concepto abstracto; debe convertirse en una práctica integral que todos podamos adoptar. Desde las aulas hasta las instituciones, es fundamental que cada uno de nosotros asuma la responsabilidad de construir un futuro en paz, fomentando relaciones basadas en el respeto y la dignidad.