Las cosas salieron bien, pero pudo haber terminado en una tragedia: Gerardo Fernández
Por Félix Muñiz
La reciente toma violenta de la tribuna del Senado de la República por parte de manifestantes del Poder Judicial ha desatado una serie de críticas y preocupaciones sobre la seguridad y la integridad del proceso legislativo en México.
El presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, calificó el incidente como un intento de golpe al Poder Legislativo, y advirtió sobre las graves consecuencias que pudo haber tenido si no se hubiera controlado la situación.
El 11 de septiembre, durante una sesión crucial para la reforma del Poder Judicial, un grupo de manifestantes logró ingresar al Senado y tomar la tribuna, poniendo en riesgo la seguridad de los presentes y el normal desarrollo de las actividades legislativas. Este acto violento se produjo después de una serie de acusaciones y denuncias que, según Noroña, tenían el objetivo de desacreditar y descarrilar la sesión. En una entrevista reciente, el senador destacó que el hijo de la senadora Carolina Viggiano, quien ha defendido el asalto, estaba involucrado en las acciones que condujeron a la toma violenta.
Fernández Noroña manifestó su rechazo a la violencia y condenó el intento de reventar la sesión, señalando que el hecho fue una irresponsabilidad que pudo haber tenido consecuencias aún más graves. “Podría haber sido un día negro para el Poder Legislativo”, dijo, enfatizando que el número de manifestantes y el riesgo físico al que se expusieron tanto senadores como personal de seguridad pudieron haber derivado en una tragedia. Aunque el senador destacó que no se registraron daños graves entre los legisladores, reconoció que el incidente dejó dos personas lesionadas, un miembro de resguardo y un policía, y que la estructura del Senado pudo haber colapsado bajo el peso de la multitud.
El presidente del Senado también criticó la falta de cobertura mediática que, según él, no ha reflejado adecuadamente la gravedad del incidente. La toma violenta, según Noroña, no solo buscaba interrumpir el procedimiento legislativo sino que también se vinculó con un contexto de polarización política, destacando que algunos miembros de la oposición, como el PRI, PAN y Movimiento Ciudadano, tienen responsabilidad en el evento.
En sus declaraciones, Fernández Noroña negó que su administración hubiera recurrido a prácticas similares en el pasado, argumentando que su movimiento siempre ha optado por métodos no violentos para expresar sus posturas. Este incidente, según él, subraya la necesidad de una oposición constructiva y no violenta, y critica que el actual escenario político ha visto una ruptura en el diálogo y en el respeto a las normas parlamentarias.
El senador de Morena también abordó las acusaciones de cerrazón por parte de la oposición, argumentando que se habían ofrecido espacios para el diálogo y que las demandas de los manifestantes no eran factibles dentro del marco de la reforma propuesta. A pesar de las críticas, Fernández Noroña afirmó que el Senado logró avanzar en la reforma sin desviar el curso de la sesión, aunque el episodio dejó una profunda preocupación sobre la seguridad y la integridad del proceso legislativo.
En resumen, la toma de la tribuna del Senado es un recordatorio alarmante de los riesgos que enfrenta el proceso legislativo en México y de la necesidad de garantizar la seguridad de las instituciones democráticas. Este evento ha puesto en el centro del debate la cuestión de la violencia en la política y las posibles consecuencias de la polarización extrema en el país. La respuesta del Senado y las lecciones aprendidas de este incidente serán cruciales para el futuro del funcionamiento del Poder Legislativo en México.