Ex consejera del INAI Ma Elena Pérez y Arturo Castagné denuncian públicamente el escandaloso caso y acusan al presidente de México de ignorar la corrupción en sus filas
Por Félix Muñiz
Este martes, como una bomba de corrupción a punto de estallar, María Elena Pérez Jaen, ex consejera presidenta del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), junto a Arturo Castagné, desencadenaron un terremoto político en las puertas de Palacio Nacional.
Armados con un expediente repleto de pruebas fehacientes, revelaron al público el siniestro entramado de enriquecimiento ilícito en el que parece estar inmersa la candidata de Morena y sus aliados en la gubernatura de Veracruz, Rocío Nahle.
Con una valentía envidiable, Pérez Jaen y Castagné enfrentaron a los medios de comunicación para exponer los detalles de este vergonzoso asunto que ha ennegrecido la política mexicana.
No escatimaron en señalar que estos delitos, lejos de tener un origen veracruzano, reflejan una ambición desmedida y una total ausencia de escrúpulos por parte de Nahle, quien, según sus palabras, no debería ni siquiera aspirar a un cargo público.
“Venimos a la casa de todos los mexicanos, Palacio Nacional, a que nos reciba el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, como a cualquier ciudadano. Aquí le traemos el expediente de las pruebas del enriquecimiento inexplicable de Rocío Nahle, así como la forma en la que se hizo de recursos públicos para su beneficio personal”, espetó Pérez Jaen, con una determinación que hizo temblar los cimientos del poder.
Sin embargo, la respuesta esperada nunca llegó. La indiferencia y la negativa a la audiencia por parte de las autoridades no hicieron más que confirmar las sospechas de un sistema corroído por la impunidad y la complicidad. Ante este desdén, Pérez Jaen y Castagné no se amilanaron; al contrario, anunciaron con firmeza que llevarán su denuncia hasta las últimas consecuencias, acudiendo a la Fiscalía General de la República (FGR) para hacer la denuncia formal.
Este acto de valentía y determinación, lejos de pasar desapercibido, debería ser un llamado de atención para toda la sociedad mexicana. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI sigamos permitiendo que la corrupción campee a sus anchas en los pasillos del poder? ¿Dónde está la tan cacareada “cuarta transformación” cuando la corrupción sigue reinando impune?
Es hora de exigir responsabilidades a aquellos que se llenan los bolsillos a costa del sufrimiento y la necesidad del pueblo. Es hora de alzar la voz y reclamar justicia para aquellos que han sido pisoteados por la voracidad de unos pocos. Rocío Nahle y sus cómplices deben rendir cuentas ante la ley, y aquellos que la encubren también deben ser señalados como cómplices de esta ignominia.
En conclusión, el acto valiente de María Elena Pérez Jaen y Arturo Castagné no solo ha sacudido los cimientos de la política mexicana, sino que también ha encendido la llama de la esperanza en un futuro donde la honestidad y la transparencia sean los pilares de nuestra sociedad. Es hora de tomar partido y exigir un cambio real, porque el pueblo mexicano merece algo mejor que ser víctima de la voracidad de unos pocos.