Querido Juan dónde estás te necesito, le dije vía telefónica- estoy en el Cairo ¿que se te ofrece? me contestó -como siempre una aportación tuya para la tele. Amigos siempre tuve frecuente relación con él. -Te puedo ver en tu despacho? – eres bienvenido, me respondía.
Hace unas horas fue la primera ocasión que no me respondió. Charlas ricas, enriquecedoras me nutrieron. Seguro de sí mismo, invariablemente tranquilo. La última participación conmigo fue un programa especial para canal 34 de TV. Trató de una semblanza, rascar en su memoria lo más emotivo, sus mejores recuerdos. Mis compañeros de producción quedaron maravillados con su reflexiones, su ambiente cargados de obras de arte, libros, esculturas, óleos… Honró su biografía su apasionada entrega por el país, el respeto inmenso a la bandera, al Ejército, al Estado de Derecho, a las nuevas generaciones.
Tuve la oportunidad de sentarlo junto a otro enorme amigo como David Garay Maldonado en un programa de Meganoticias TVC y nos regalaron la anécdota del día que liberaron a Arturo “el Negro” Durazo. Juan era su abogado defensor, David director de reclusorios. Me enteré de su fallecimiento, repentino, a atreva de un mensaje de la Falcutad de Derecho. Apenas el miércoles anterior lo escuché defendiendo a la Suprema Corte en una emisión de radio.
El me confiaba su dinámica de trabajo. Incitaba un caso con intensa lectura, siempre de pie frente a un atril. Tenía en su despacho un cuarto reservado para el descanso. Ahí se quedaba para seguir estudiando la defensa. En otra espacio su fiel secretaria.
Egresado de la UNAM durante más de 50 años de carrera nunca perdió uno de sus casos. Brindó asesoría jurídica a las Fuerzas Armadas y tuvo en defensa casos relevantes, como el del ex presidente Luis Echeverría Álvarez, integrantes de la familia del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, el ex presidente José López Portillo y de Diana Laura Rojas, viuda de Luis Donaldo Colosio, asesinado el 23 de marzo de 1994, por Mario Aburto Martínez. Otros de sus defendidos fueron el cardenal Norberto Rivera, el muralista David Alfaro Siqueiros y el medallista olímpico Joaquín Capilla. Con excepcional memoria de todos y cada uno de ellos recordaba los detalles. Fue profesor y catedrático en las Facultades de Derecho de la UNAM, ITAM, la Universidad Panamericana y el UNITEC.
También asesoró jurídicamente a las Universidades Autónomas de Coahuila, de Hidalgo y Universidad Pontificia de México. Se le va a extrañar por su integridad y su amplísimo nacionalismo. Hombre de palabra, triunfo y éxito pero más allá, de enorme amistad. Nunca me falló, siempre estuvo y estará.