La investigadora Judith Ramos advierte que, así como el ser humano ha contribuido al deterioro de los ecosistemas también es crucial para su recuperación
Por Félix Muñiz
En los últimos años, la devastación de los ecosistemas ha sido evidente, pero también lo ha sido el potencial humano para revertir esta tendencia. Judith Guadalupe Ramos Hernández, académica del Instituto de Ingeniería de la UNAM, destaca que si bien el ser humano ha contribuido al deterioro de los ecosistemas, también es crucial para su recuperación y adaptación.
En una reciente charla en el Salón de Seminarios Emilio Rosenblueth, Ramos Hernández enfatizó la importancia de entender las dinámicas del ecosistema en la Reserva de la Biosfera de Calakmul. Ha sido testigo de la pérdida de cuerpos de agua y la vulnerabilidad a fenómenos climáticos extremos, como sequías severas exacerbadas por eventos como La Niña y El Niño.
El trabajo de investigación realizado desde 2011, liderado por Jesús Gracia y en colaboración con diversas instituciones científicas, ha revelado que es posible medir y monitorear la humedad del suelo, identificar áreas deforestadas y establecer condiciones que promuevan la resiliencia del ecosistema. Este enfoque no solo ayuda a comprender la disponibilidad de agua, sino que también señala áreas críticas donde la restauración es fundamental.
Un ejemplo destacado es la aguada Helipuerto, donde la reducción de actividades humanas durante la pandemia permitió que el flujo natural del agua se restableciera, facilitando la recuperación de este importante recurso. Este tipo de acciones demuestran que la intervención humana puede ser positiva si se orienta hacia la restauración y la gestión sostenible.
Ramos Hernández subrayó que los ecosistemas como los bosques tropicales no solo son esenciales a nivel local y regional, sino que también juegan un papel crucial a nivel global al almacenar una gran cantidad de carbono. Proteger estos espacios no solo preserva la biodiversidad, sino que también contribuye a mitigar el cambio climático.
Además, la investigadora alertó sobre la necesidad urgente de comprender cómo las modificaciones en los bosques pueden afectar su resiliencia a largo plazo. Esta comprensión es fundamental para identificar puntos críticos y oportunidades para la restauración efectiva de los ecosistemas.
En resumen, si bien enfrentamos desafíos significativos en la conservación de nuestros ecosistemas, las investigaciones de Ramos Hernández y su equipo ofrecen un rayo de esperanza. Es esencial que la sociedad, junto con los gobiernos y las instituciones científicas, se comprometan a apoyar iniciativas que promuevan la restauración y la gestión sostenible de nuestros recursos naturales. Solo así podremos asegurar un futuro donde la coexistencia armoniosa entre el hombre y la naturaleza sea una realidad alcanzable.